De visita en Estados Unidos veo que, a diferencia de lo que ocurrió con Irak, la guerra de Libia no hace el menor titular. Por otra parte, lo que aparece no es muy alentador. Los sublevados contra Guedaffi se quejan amargamente de que la OTAN no machaca lo suficiente al dictador, que es cicatera en sus ataques desde que Estados Unidos cedió el mando a la Alianza, y Gates, el Secretario de Defensa americano, da a entender que esto no va a acabar mañana. La posibilidad de que termine pronto, dice, se cifra en que alguien de la familia o del círculo íntimo de Guedaffi lo elimine, en que el Ejército se fracture o en que los sublevados tengan éxito.
Lo malo es que no es seguro que esto ocurra y resulta evidente que sin intensos y certeros ataques de la OTAN los insurgentes no podrán hacer nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario